DIVERSIDAD DE LAS ESPECIES
Al
ser la unidad que más claramente refleja la identidad de los organismos, la
especie es la moneda básica de la biología y el centro de buena parte de las
investigaciones realizadas por ecologistas y conservacionistas. El número de
especies se puede contar en cualquier lugar en que se tomen muestras, en
particular si la atención se concentra en organismos superiores (como mamíferos
o aves); también es posible estimar este número en una región o en un país
(aunque el error aumenta con la extensión del territorio). Esta medida, llamada
riqueza de especies, constituye una posible medida de la biodiversidad del
lugar y una base de comparación entre zonas. Es la medida general más inmediata
de la biodiversidad.
La riqueza de especies varía geográficamente: las áreas más cálidas tienden a mantener más especies que las más frías, y las más húmedas son más ricas que las más secas; las zonas con menores variaciones estacionales suelen ser más ricas que aquellas con estaciones muy marcadas; por último, las zonas con topografía y clima variados mantienen más especies que las uniformes.
Pese
a la importancia que tiene la especie, no hay todavía una definición inequívoca
de este término. Se han usado criterios distintos para clasificar las especies
en grupos de organismos diferentes (así, las especies de bacterias y las de
aves se definen de manera muy distinta) y, con frecuencia, diferentes taxónomos
aplican criterios distintos a un mismo grupo de organismos y, por tanto,
identifican un número de especies diferente. No obstante, no deben exagerarse
estas diferencias; a muchos efectos, hay un acuerdo suficiente sobre el número
de especies presente en grupos bien estudiados, como mamíferos, aves, reptiles
o anfibios.
El
número o riqueza de especies, aunque es un concepto práctico y sencillo de
evaluar, sigue constituyendo una medida incompleta de la diversidad y presenta
limitaciones cuando se trata de comparar la diversidad entre lugares, áreas o
países. Además aunque es importante la diversidad como criterio de evaluación
de una comunidad, un ecosistema o un territorio, no deben perderse de vista
otros criterios complementarios, como la rareza o la singularidad.
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